Q uién no se preguntó durante este año tan peculiar para la humanidad entera si se trataría de un tiempo perdido, de un freno en todos los sentidos o incluso de 365 días de retroceso. Podríamos decir que seguramente fue un temor compartido entre quienes trabajamos en Educación. No obstante, la capacidad de adaptación del hombre es maravillosa y hoy nos encontramos concluyendo un año que vale todas las contradicciones imaginables: agotadoramente energético, terriblemente positivo, virtualmente cercano. Y es que implicó vencer temores, ser creativos, adquirir herramientas, sostener y crear vínculos a través de pantallas, recalcular millones de veces, capacitarse en nuevos programas, transformar las planificaciones, buscar nuevas rutinas, por sólo nombrar algo de lo que este período significó para todos. No sabemos qué pasará en el futuro pero sí estamos seguros de todo lo que juntos, docentes, alumnos y familias, aprendimos durante este año, todo lo que juntos construimos y todo lo que...